Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con una maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un lienzo en https://inesabdo396131.tkzblog.com/38282829/el-cabezazo-que-terminó-el-último-partido-de-zidane